Matón de Escuela Se Mete con la CHICA EQUIVOCADA—10 Segundos Después, Se Arrepiente Para Siempre…

Matón de escuela se mete con la chica equivocada. 10 segundos después se arrepiente para siempre. ¿Qué pasaría si el matón más temido de la escuela escogiera a la persona equivocada para molestar? ¿Y si en solo 10 segundos su vida cambiara para siempre? Marcos siempre había sido el rey del miedo en su escuela.

Nadie se atrevía a desafiarlo. Golpes, insultos, humillaciones. Era su pan de cada día. Hasta que un día llegó ella. Sofía no parecía una amenaza. Delgada, silenciosa, con un aire de fragilidad que la convertía en la víctima perfecta. Pero Marcos no sabía que estaba a punto de cometer el peor error de su vida. Lo que pasó después, dejó a toda la escuela en shock y a Marcos.

lo marcó para siempre. Marcos no solo era el matón de la escuela, era una leyenda del terror. Desde el primer día de clases dejó claro que él mandaba ahí. Sus compañeros no lo enfrentaban, los profesores le temían o lo ignoraban y la dirección de la escuela prefería hacer la vista gorda.

Oye, idiota, dame tu almuerzo. Rugía en los pasillos mientras los más débiles bajaban la cabeza y obedecían sin protestar. A veces su diversión no era solo robar comida. Le gustaba ver miedo en los ojos de los demás, empujar a los más pequeños contra los casilleros, tirar las mochilas por las ventanas, destrozar cuadernos.

Nada le hacía sentir más poderoso que ver a alguien roto por su culpa. Pero lo peor de todo era cómo disfrutaba de la humillación pública. Le encantaba arruinar las vidas de los demás, sabiendo que nadie haría nada para detenerlo. Hasta que un día apareció una nueva estudiante, Sofía, una chica de apariencia frágil, siempre vestida con ropa sencilla, con una mochila desgastada y una expresión de calma absoluta.

No hablaba mucho, no se metía con nadie y eso la convirtió en su próximo objetivo. “¡Miren esto, chicos. Tenemos carne fresca”, dijo Marcos relamiéndose como un depredador ante su presa. Pero en ese momento algo cambió. Había algo en los ojos de Sofía, algo que hizo que por una fracción de segundo Marcos sintiera una incomodidad extraña.

Era como si ella no tuviera miedo y eso lo enfureció aún más. Desde el primer momento, Sofía llamó la atención, pero no de la manera en que lo hacen los estudiantes populares. No tenía amigos, no se esforzaba por encajar y parecía vivir en su propio mundo. Se sentaba siempre en la última fila, escribiendo en un cuaderno viejo, ignorando el bullicio de la clase.

No participaba en las conversaciones, ni siquiera cuando alguien le hacía preguntas. Algunos compañeros intentaron hablar con ella, pero sus respuestas eran cortas y secas. “Hola, ¿de qué escuela vienes?”, preguntó una chica curiosa. “De varias”, respondió Sofía sin levantar la vista. Ese aire de misterio no tardó en llamar la atención de Marcos.

Para él, las personas como Sofía eran las más divertidas de humillar. siempre encontraba la manera de romperlas, de hacerlas llorar frente a todos y lo peor era que lo disfrutaba. Desde el primer día decidió que Sofía sería su nueva diversión. El problema era que no tenía idea de con quién se estaba metiendo. Un miércoles, durante el almuerzo, Marcos y su grupo de seguidores vieron a Sofía comiendo sola en una mesa del fondo.

Era el momento perfecto. Miren eso, chicos, dijo con una sonrisa torcida. La pobrecita come solita. Los demás rieron. Marcos se levantó de su asiento y caminó lentamente hacia Sofía con su característico aire de superioridad. Se paró frente a ella, puso ambas manos sobre la mesa y empujó su bandeja de comida al suelo.

 

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