Los hijos adultos de mi marido vinieron a nuestra luna de miel exigiendo que les demos nuestra villa. Les enseñaron una lección de respeto.
Cuando Jack me propuso matrimonio, sus hijos empezaron a faltarme el respeto aún más, pero a espaldas de Jack. No se lo dije porque no quería que discutieran. Sabía muy bien que su familia ya había pasado por muchas cosas, especialmente Jack, que había tenido que criar a sus hijos solo durante años.
Jack sintió que tenía que llenar el vacío dejado por su madre. Así que trabajó el doble para brindarles a sus hijos una vida lujosa, incluso después de que se fueron de casa.
De todos modos, nos casamos hace unas semanas. Fue una ceremonia civil pequeña y sus hijos no asistieron alegando que todos tenían otros compromisos importantes. Como era un evento pequeño no nos importó. Decidimos hacer algo grande y gastar más en nuestra luna de miel, que pasamos en las Bahamas.
Dos días después de que aterrizamos, aparecieron TODOS sus hijos. “¡Papá, te extrañamos mucho!”, dijeron. Otro me susurró al oído: “Pensaste que te habías deshecho de NOSOTROS, ¿no?” Aunque nos sorprendió su llegada, aun así les mostramos nuestra villa. Intenté ser amable y les pedí algunos bocadillos. Mientras tanto, Jack sirvió bebidas para todos.