Lo que trabajar en un hotel me enseñó sobre la amabilidad y los pequeños actos de cuidado

Cuando trabajaba en un hotel, descubrí que la hospitalidad es mucho más que sábanas limpias y sonrisas amables. Los huéspedes solían preguntar por los botellitos de champú, acondicionador y jabón que dejaban en sus habitaciones, preguntándose si solo eran para usar una vez y tirar. Lo que la mayoría de la gente no sabe es que esos botellitos cuentan una historia mucho más grande sobre el cuidado, la sostenibilidad y la generosidad discreta.

Si un huésped no abre esos artículos de aseo, no se desechan. Muchos hoteles los recogen y reabastecen cuidadosamente para evitar el desperdicio. Y en muchos lugares, los artículos de aseo sobrantes o sin usar se recogen, se empaquetan y se envían a organizaciones benéficas o albergues locales. Recuerdo haber colaborado en una de esas campañas de donación: cientos de botellas alineadas, listas para ser enviadas. Fue conmovedor pensar que algo tan pequeño pudiera brindar consuelo a alguien que estaba pasando por un momento difícil.

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