Esos artículos, que los huéspedes suelen pasar por alto, pueden marcar la diferencia. Una botella de champú o una pastilla de jabón pueden significar un nuevo comienzo para alguien que ha perdido su hogar, un poco de dignidad para alguien que reconstruye su vida o un pequeño recordatorio de que no se le olvida. Me enseñó que la compasión se puede demostrar de las maneras más sencillas; a veces viene en un empaque del tamaño de un hotel.
Trabajar entre bastidores me mostró la esencia de la verdadera hospitalidad. No se trata solo de lujo o comodidad; se trata de hacer que las personas se sientan cuidadas, ya sea al registrarse en una suite o al recibir una botella de acondicionador donada. Cada acto de bondad, por pequeño que sea, puede tener un impacto mucho mayor del que esperamos, y eso es algo que vale la pena recordar, tanto dentro como fuera del hotel.