La había cortejado con una mezcla de admiración profesional y atención personal que la hizo sentir valorada en todas sus dimensiones. Pero ahora recordaba también los pequeños indicios, cómo gradualmente comenzó a cuestionar sus horarios de trabajo, a mostrar celos de sus colegas masculinos, a sugerir que algunos de sus proyectos eran demasiado ambiciosos para una mujer.
El sonido de Juan Carlos, moviéndose en la cama interrumpió sus pensamientos. Rápidamente, Verónica se lavó la cara y aplicó maquillaje para cubrir las marcas. Una parte de ella quería huir inmediatamente aceptar la oferta de Sofía. Otra parte, sin embargo, sabía que escapar no sería suficiente. Los fuentes eran demasiado poderosos en Oaxaca.
Tenían conexiones políticas, influencia económica. Si simplemente huía, la historia se reescribiría. Ella sería la esposa ingrata, la mujer inestable que abandonó a su marido sin razón. Buenos días, mi amor. La voz de Juan Carlos sonaba arrepentida. se había despertado y la observaba desde la puerta del baño. “¿Cómo te sientes?” “Estoy bien”, respondió mecánicamente Verónica, evitando su mirada. “Lo de anoche fue un error terrible.
Te juro que nunca más volverá a pasar.” Se acercó y trató de abrazarla, pero ella se tensó instintivamente. “Por favor, dame otra oportunidad. Te amo.” Verónica lo miró directamente a los ojos. “¿Lo dices en serio? Por supuesto, fue el estrés, el alcohol. No soy así, tú lo sabes. Respirando profundamente, Verónica tomó una decisión. Te creo.
Mintió. Todos cometemos errores. El alivio en el rostro de Juan Carlos era evidente. La abrazó con fuerza y besó su cabello. Gracias, mi vida. Te prometo que seré el mejor esposo y sobre lo de tu trabajo hablaremos con calma. Encontraremos un balance. Claro que sí. respondió ella, correspondiendo al abrazo mientras su mente comenzaba a trazar un plan.
Las siguientes horas transcurrieron en una extraña normalidad. Desayunaron en la terraza de la suite. Recibieron algunas llamadas de felicitación de familiares que fingían que nada había ocurrido y comenzaron a abrir algunos regalos de boda. “Mi padre quiere vernos para comer”, anunció Juan Carlos revisando su teléfono. “Dice que es importante hablar sobre el incidente para manejar cualquier comentario que pueda surgir.
” “Por supuesto, asintió Verónica, “Pero antes necesito ver a mi madre. Debe estar preocupada. Juan Carlos dudó. Es necesario ahora. ¿Sabes cómo es mi padre con la puntualidad? Solo serán unos minutos. Está en el hotel de al lado con mi hermana. Necesito mostrarle que estoy bien, que hemos resuelto nuestras diferencias.
Finalmente, Juan Carlos accedió, no sin antes recordarle que debían presentarse unidos frente a su familia. Lo que pasó anoche queda entre nosotros. ¿Entendido? Mi padre ya tiene una estrategia para manejar los comentarios que puedan surgir. Entendido, respondió ella y salió de la habitación con paso firme.
En lugar de dirigirse al hotel vecino, Verónica bajó al lobby donde Sofía la esperaba tal como había prometido. Su amiga, al verla, corrió a abrazarla. Dios mío, Vero, ¿estás bien? No puedo creer lo que ese maldito te hizo. Necesito tu ayuda, Sofi, dijo Verónica en voz baja. Pero no como imaginas. No voy a huir. ¿Qué? Después de lo que te hizo, no puedes quedarte con él.
No planeo quedarme, pero tampoco puedo simplemente irme. Tú sabes cómo son los fuentes. Me destruirían. Sofía la miró confundida. Entonces necesito tiempo y evidencia. Voy a hacer que Juan Carlos y su familia paguen por esto, pero a mi manera.
La determinación en su voz sorprendió a Sofía, quien nunca había visto ese lado de su amiga. ¿Qué necesitas que haga? Primero necesito que guardes esto. Verónica le entregó una memoria USB. Son copias de todos los proyectos en los que he trabajado para constructora fuentes, incluidos algunos donde han violado regulaciones ambientales y de seguridad. Vero, eso es peligroso.
También necesito que contactes a Isabel Torres, la periodista de investigación, la que expuso el escándalo de corrupción el año pasado, Verónica asintió. Dile que tengo información sobre irregularidades en los contratos gubernamentales de los fuentes, pero que necesito garantías de protección. Mientras tanto, voy a seguir el juego. Voy a ser la esposa perfecta que todos esperan.
Estás arriesgando demasiado, protestó Sofía. Y si vuelve a golpearte, no lo hará, al menos no pronto. Está asustado por su arrebato público. Además, Verónica sacó de su bolso un pequeño dispositivo. Compré esto hace meses, cuando empecé a anotar sus cambios de humor. Es una grabadora. A partir de hoy documentaré todo.