Cáncer de páncreas: dos señales tempranas de un cáncer a menudo mortal

Doce semanas. Eso fue todo lo que necesitó el cáncer de páncreas, uno de los cánceres más letales del mundo, para matar a mi padre. No en vano se le llama asesino silencioso: la enfermedad se desarrolla silenciosamente, con pocos síntomas iniciales, hasta que las opciones de tratamiento se limitan.

El cáncer de páncreas , un cáncer silencioso y agresivo,
recibe poca atención mediática en comparación con el cáncer de pulmón, mama o colon. Sin embargo, sigue siendo uno de los cánceres más graves, ocupando el cuarto lugar en mortalidad por cáncer.

Solo en Francia, se diagnostican cerca de 16.000 nuevos casos cada año (Santé Publique France, 2023).
A nivel mundial, la incidencia aumenta entre un 2 % y un 3 % anualmente.
La tasa de supervivencia a cinco años sigue siendo inferior al 10 %. El diagnóstico suele ser tardío: la edad media de cribado es de 71 años para los hombres y de 74 años para las mujeres. Para entonces, más de tres cuartas partes de los tumores ya son inoperables. Solo la extirpación quirúrgica completa ofrece posibilidades de supervivencia a largo plazo, de ahí la importancia del diagnóstico precoz.

Los dos síntomas que pasamos por alto
En retrospectiva, hubo dos señales de advertencia claras que deberíamos haber tomado más en serio.

1. Dolor abdominal o de espalda persistente

Al principio, mi padre se quejaba de problemas de espalda, que atribuía a su postura y a su edad. Pero el dolor persistía, se extendía a la parte superior del abdomen y empeoraba por la noche o después de comer.

Este tipo de dolor sordo e irradiado, especialmente cuando persiste o empeora, es un signo temprano común de cáncer de páncreas. Desafortunadamente, a menudo se confunde con problemas digestivos o musculares leves.

 

 

 

 

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