Una joven de 20 años se enamoró de un hombre 40 años mayor que ella, pero cuando se lo presentó a su madre, su madre de repente la abrazó y comenzó a llorar porque resultó ser…
Ritu miró a su madre con los ojos muy abiertos, intentando comprender las palabras que acababan de resonar en sus oídos.
«No es quien crees. Es…»

La frase se fue apagando, tan pesada que parecía imposible de soportar.
Rajiv se quedó junto a la puerta, rígido, con la mandíbula apretada y las manos temblorosas. No dijo nada. Solo miró al suelo, como si toda la culpa estuviera escrita en las baldosas.
La madre de Ritu temblaba. Las lágrimas corrían sin control, empapando su blusa. Cada respiración le dolía, como si cada instante la apuñalara físicamente. Llevaba años esperando este momento, temiendo que llegara, y ahora que había llegado, enfrentándose al pasado, no sabía si sentir alivio o miedo.
“Mamá, por favor…” —la voz de Ritu casi se disolvió en el aire.
Su madre cerró los ojos, apretó los puños y finalmente dijo:
“Él… es tu padre”.
Las palabras cayeron como piedras.
Ritu sintió como si el suelo temblara bajo sus pies. Le flaquearon las piernas y se agarró a la pared para no desplomarse. Se quedó sin aliento. Todo daba vueltas.
“¿Qué?” —fue la única palabra que pudo pronunciar.
Rajiv levantó la mirada. Tenía los ojos enrojecidos. Su rostro estaba tenso por el dolor, como si la angustia que sentía en su interior se desbordara.
“Ritu… yo… yo no sabía…”
—¡No! —gritó, retrocediendo, como si las palabras le quemaran el cuerpo—.
¡No puede ser! ¡Dijiste que mi padre se fue antes de que yo naciera! ¡Dijiste que nunca volvería!
Su madre asintió entre lágrimas.
«Así fue, hija mía. Exactamente así fue».
Una historia que nadie quiere escuchar
La sala de estar parecía un libro abierto.
Los tres estaban sentados allí, aunque nadie quería estar allí.
Ritu en el sofá, con las manos en el regazo, mirando al vacío.
Rajiv junto a la ventana, en una silla, distante, como si alejarse lo borrara todo.
La madre de Ritu en el sofá, retorciendo un pañuelo entre los dedos.
Y entonces ella empezó a hablar.
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