Durante 30 años, mi marido no hizo nada malo… y esa es precisamente la razón por la que me fui.

Mi marido quedó conmocionado y profundamente dolido cuando le pedí el divorcio tras treinta años de matrimonio. Él creía sinceramente que había sido un buen marido. Pero había una razón detrás de mi decisión, una que él jamás había sospechado.

Solo con fines ilustrativos

Es curioso cómo dos personas pueden vivir la misma relación y, sin embargo, percibirla de forma tan distinta. Zack creía que teníamos un matrimonio feliz. Yo sabía que era infeliz.

Nuestras realidades paralelas chocaron en nuestro trigésimo aniversario de boda, apenas dos semanas después de que nuestro hijo menor se fuera de casa.

Se quedó allí mirándome, completamente atónito. —¿Qué? —preguntó—. ¿Quién se está divorciando?

—Tú —respondí con voz serena—. O mejor dicho, yo lo soy.

Zack se sentó pesadamente, con los ojos muy abiertos por la incredulidad. “¿Te estás divorciando de mí?”

—Sí —dije en voz baja pero con firmeza—. Me divorcio de ti.

—¿Pero por qué? —gritó, y para mi sorpresa, se le llenaron los ojos de lágrimas—. Te amo, Kelly. ¡Siempre te he amado! ¡Nunca te he engañado, jamás!

—Es cierto —admití—. Nunca hiciste trampa. Tampoco bebiste ni jugaste.

Una de las cosas más importantes en una relación es escuchar , oír realmente lo que dice la otra persona.

—Pero… entonces, ¿por qué? —preguntó enfadado—. No he hecho nada , ¿y me estás pidiendo el divorcio? ¿Me estás engañando?

—¡NO! —grité—. ¡No te voy! ¿Quieres saber por qué te dejo, Zack? Te lo diré. —Me acerqué a él y lo miré fijamente a los ojos.

“Te dejo porque no hiciste nada. Cuando nacieron los niños, y yo trabajaba a tiempo completo y llegaba a casa para ocuparme sola de todas las tareas domésticas, no hiciste nada.”

Continúa en la página siguiente

Leave a Comment