Un perfil privado, un plan sin palabras y un capítulo totalmente nuevo

Descubrí que mi marido había estado usando una aplicación de citas.

Me debatía entre la sorpresa y la curiosidad, así que creé una cuenta falsa y lo contacté. Su respuesta fue como un puñetazo en el pecho:
«Mi esposa falleció. Busco a alguien de verdad».
No discutí, ni lo acusé, ni me derrumbé. En cambio, comencé a planear mi salida en silencio.

Unos días después, entró y dijo: «Hoy pasó algo increíble». Su tono era extrañamente firme. No reaccioné; simplemente esperé, dejándolo hablar.

Se sentó a mi lado y me explicó que un compañero le había advertido sobre las estafas en línea. Insistió en que solo se había creado un perfil «por diversión», restándole importancia como si no tuviera relevancia. Al escucharlo, me di cuenta de que no solo me mentía a mí, sino que se mentía a sí mismo. Había reescrito la historia para no tener que afrontar la verdad.

Lo dejé hablar. No porque confiara en él, sino porque necesitaba comprender claramente en qué hombre se había convertido. La persona con la que había compartido años era ahora alguien que ya no respetaba la vida que habíamos compartido.

Durante los días siguientes, lo observé de otra manera. Su repentina dulzura, su atención al aseo, sus respuestas evasivas… todo cobró sentido. Dejé de culparme. Dejé de preguntarme qué me faltaba. En cambio, comencé a recuperar las partes de mí que había dejado de lado.

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