Divorcio, mi esposo me dejó con las manos vacías, medio año después una llamada inesperada lo obligó a transferirme 10 millones de pesos.

“El día que firmamos los papeles de divorcio, él sonrió y me dijo que agradeciera que se iba en silencio. No me quedé con la casa, ni con el coche, ni siquiera con mi hijo. Seis meses después, una sola llamada mía hizo que un millón de pesos se transfirieran a mi cuenta, sin faltar un solo centavo.”

Soy Ana, tengo 32 años, y era contadora en una pequeña empresa privada en Naucalpan (Estado de México). Conocí a Ricardo a los 27, cuando él manejaba una cadena de tiendas de accesorios para celulares en Ciudad de México y Toluca. En ese momento pensé que era afortunada: había encontrado a un hombre talentoso y maduro. Ricardo era cinco años mayor que yo, sabía hablar con seguridad y sabía cómo agradar a las mujeres. Una vez me dijo:
—“Cásate conmigo, solo serás feliz. Las mujeres que piensan demasiado en el dinero nunca pueden retener a un hombre.”

Yo, ingenuamente, creí que sería la excepción.

Tres años después de casarnos, dejé mi trabajo para quedarme en casa y criar a nuestro hijo. Todos los gastos dependían de Ricardo. El departamento en Polanco no estaba a mi nombre, ni tampoco sus cuentas de ahorro. El coche lo había comprado antes de casarnos. Toda la propiedad, “por accidente”, quedaba en un área gris a la que la ley no podía acceder.

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