Puso un anuncio en el periódico local que decía:
“¡Se busca marido! Debe estar en mi grupo de edad, no debe golpearme, no debe correr conmigo y aún así debe ser bueno en la cama. Todos los solicitantes deben presentar su solicitud en persona”.
Al día siguiente, escuchó el timbre. Para su consternación, abrió la puerta y vio a un caballero de cabello gris sentado en una silla de ruedas. No tenía brazos ni piernas.
“En realidad no me estás pidiendo que te considere, ¿verdad?” la viuda preguntó: “¡Mírate, no tienes piernas!”
El anciano sonrió: “¡Por lo tanto, no puedo andar por ahí contigo!”
“¡Tú tampoco tienes brazos!” ella resopló.
De nuevo, el anciano sonrió: “¡Por lo tanto, nunca podré vencerte!”
Ella enarcó una ceja y preguntó intensamente: “¿Aún estás bien en la cama?”
El anciano se reclinó, sonrió ampliamente y dijo: “Llamé al timbre, ¿no?”
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