La gente todavía se queda mirando a veces. Todavía hace suposiciones. Pero mi padre ya no se esconde. Y cuando la gente lo mira con recelo, Lily les aclara las cosas rápidamente.
"Ese es mi abuelo", les dice con orgullo. "Es un héroe. Fue a la guerra, construye edificios y hace los mejores panqueques. Y si se portan mal con él, me enojaré muchísimo".
Nadie discute con una niña de cinco años vestida de hada.
Mi padre conservó los vasos rotos de aquel día. Los guarda en una caja en su garaje. «Para recordarme», dice, «que el mundo puede ser cruel. Pero también puede ser bondadoso. Y no puedes dejar que la crueldad te haga olvidar la bondad».
Lily empieza el kínder el mes que viene. Mi padre se tomará el día libre en el trabajo para acompañarla. Llevará su chaleco de cuero y sus insignias de veterano de Vietnam. Será idéntico a él.
