Mamá V no estaba sola; tenía varios gatos y dos perros en quienes pensar.
A medida que su familia peluda crecía, rápidamente se dio cuenta de que su autobús se estaba volviendo un poco abarrotado.
Sabía que necesitaba más espacio, pero no estaba segura de a quién acudir ni cuánto podía permitirse.
La generosidad de un vecino lo cambia todo
Fue entonces cuando un vecino de buen corazón intervino con una oferta increíble: un viejo remolque para acampar que había permanecido sin uso en su patio trasero durante años.
En lugar de venderlo o desguazarlo, se lo regaló a Mamá V, quien quedó encantada y rápidamente aceptó el generoso regalo.