UNA JOVEN HUMILDE LE DIO REFUGIO A UN HOMBRE Y A SU HIJO… SIN SABER QUE ÉL ERA UN MILLONARIO Y…

Por primera vez en meses, Sebastián sintió esperanza. ¿Harías eso conmigo? ¿Lucharías por salvar tu pueblo? Haría cualquier cosa por nuestra familia. Camila regresó a la cama y tomó su mano. Pero primero tenemos que ganar la custodia de Diego. Al día siguiente se presentaron juntos en la oficina del abogado de la familia Herrera.

Los padres de Elena eran tal como Sebastián los había descrito, elegantes, fríos y completamente convencidos de que sabían lo que era mejor para su nieto. “Señor Restrepo, dijo la madre de Elena. Vemos que ha traído a su amiga. Es más que mi amiga. Sebastián tomó la mano de Camila. Va a ser mi esposa. Camila lo miró sorprendida, pero no soltó su mano.

Su esposa. El padre de Elena se rió. ¿No es un poco pronto? Elena murió hace menos de un año. Elena murió hace 8 meses y tres días. Sebastián los miró directamente. Y cada uno de esos días me he culpado por su muerte. Pero Camila me ha enseñado que Elena no habría querido que Diego creciera sin amor por mi culpa.

Diego necesita estabilidad, insistió la madre de Elena. No experimentos románticos. Miren a su nieto. Camila habló por primera vez señalando a Diego, quien estaba durmiendo pacíficamente en sus brazos. ¿Cuándo fue la última vez que lo vieron así de tranquilo? Los abuelos no respondieron porque sabían que tenía razón. Diego me conoce, continuó Camila.

me ama y yo lo amo como si fuera mi propio hijo. ¿No es eso lo que Elena habría querido, que su hijo fuera amado? Usted no puede reemplazar a nuestra hija dijo la madre de Elena con lágrimas en los ojos. No quiero reemplazarla. Camila se acercó y le entregó a Diego. Quiero honrarla.

Quiero que este bebé hermoso que ella nos dejó tenga todo el amor que se merece. El padre de Elena cargó a su nieto por primera vez en meses. Diego lo miró con curiosidad, pero cuando comenzó a inquietarse, extendió los bracitos hacia Camila. Él la necesita, admitió finalmente el abuelo. No quiere admitirlo, pero la necesita.

Todos nos necesitamos, dijo Sebastián. Diego, Camila, yo y ustedes también. Queremos que sean parte de la vida de Diego, pero como abuelos que lo aman, no como padres sustitutos. Después de dos horas de conversación, lágrimas y recuerdos compartidos sobre Elena, llegaron a un acuerdo.

Los padres de Elena retirarían la demanda de custodia a cambio de visitas regulares y la promesa de que Diego conocería la historia de su madre. Una semana después, Sebastián presentó su nueva propuesta a la junta directiva de Restrepo Industries. “En lugar de un resort tradicional, propongo un proyecto de ecoturismo sostenible”, explicó con Camila a su lado.

Preservaremos el pueblo existente, emplearemos a la población local y crearemos un modelo de turismo responsable. “Eso suena muy noble, Sebastián”, dijo el presidente de la junta. Pero será rentable, más rentable que el resort original. Camila presentó los números que habían trabajado juntos. Porque tendremos costos de construcción menores, mano de obra local más barata y un nicho de mercado que está creciendo rápidamente.

Y los inversionistas actuales, los que quieran quedarse, bienvenidos, los que no les devolvemos su dinero. Sebastián miró alrededor de la mesa. Este proyecto no es solo ganancias, es sobre crear algo que dure, algo de lo que podamos estar orgullosos.

Después de tres horas de debate, la junta aprobó el nuevo proyecto por un voto de diferencia. Seis meses después, Sebastián y Camila se casaron en la plaza de Villa de los Nevados, en una ceremonia que combinó tradiciones colombianas con toques personales. Diego, de un año ya, gateaba entre los invitados, riendo y siendo mimado por todo el pueblo.

Durante su primer baile como esposos, Sebastián le susurró al oído a Camila, “¿Crees que Elena habría aprobado?” Estoy segura de que Elena estaría feliz de saber que el hijo que tanto amó tiene una familia que lo adora. Camila lo besó suavemente. Y estoy honrada de amar a la familia que ella comenzó. En ese momento, Diego se soltó de las manos de la tía Esperanza y caminó tambaleándose hacia ellos.

Sus primeros pasos independientes fueron directo a los brazos de sus padres. “Mamá, papá!”, gritó Diego. Su primera palabra clara. Sebastián y Camila se miraron con lágrimas en los ojos. No importaba cómo había comenzado su historia, llena de mentiras y malentendidos. Lo que importaba era cómo había terminado con una familia unida por el amor verdadero.

Mientras bailaban bajo las estrellas con Diego riéndose en los brazos de ambos, Sebastián supo que Elena estaría sonriendo desde el cielo. El amor no había reemplazado el amor. El amor había construido sobre el amor, creando algo más fuerte y hermoso de lo que cualquiera de ellos había imaginado.

Y en Villa de los Nevados, las luces del nuevo proyecto ecoturístico brillaban como promesas de un futuro donde la tradición y el progreso podían caminar juntos de la mano. 5co años habían pasado desde aquella tormenta de Navidad que cambió todo para siempre. Camila se despertó en su nueva casa, construida en la colina que daba vista a todo Villa de los Nevados.

A través de la ventana podía ver las cabañas ecoturísticas diseminadas armoniosamente entre los árboles, el café Corazón Cafetera convertido en el centro gastronómico del proyecto y las familias locales que ahora trabajaban como guías, artesanos y administradores del complejo turístico más exitoso de la región. Mami, mami.

Diego entró corriendo a la habitación ya con cinco años y medio hablando perfectamente. Papá dice que hoy van a llegar los turistas de Francia. En serio. Camila lo alzó y le dio un beso en la mejilla. ¿Y tú vas a ayudar a papá a recibirlos? Sí. Voy a enseñarles cómo hacer arepas como me enseñaste. Diego había crecido siendo completamente bilingüe, hablando español con Camila y los habitantes del pueblo e inglés con Sebastián y los turistas internacionales.

Pero más importante aún, había crecido sabiendo que era profundamente amado por una familia que había elegido estar junta. Sebastián apareció en la puerta, ya vestido para el trabajo, pero con una sonrisa que aún hacía que el corazón de Camila saltara. Buenos días, mi amor. La besó suavemente.

¿Lista para otro día loco? Siempre, respondió ella devolviéndole el beso. El proyecto había superado todas las expectativas. Villa de los Nevados se había convertido en un modelo internacional de turismo sostenible. Las familias que habían estado a punto de perder sus tierras ahora eran propietarias de pequeñas empresas prósperas. Los jóvenes que antes se iban del pueblo para buscar trabajo en las ciudades, ahora se quedaban para estudiar ecoturismo y administración hotelera. Abuela Esperanza está haciendo tamales para los turistas franceses, dijo Diego

emocionado. ¿Podemos ir a ayudarla? Por supuesto, mi amor. Camila se levantó y se puso su vestido favorito, el mismo que usaba cuando trabajaba en el café original. Pero primero vamos a desayunar. Mientras preparaban el desayuno juntos, como hacían cada mañana, Sebastián le contó a Camila sobre los nuevos proyectos que estaban considerando.

Una cadena hotelera de Costa Rica quiere que les ayudemos a desarrollar un proyecto similar, dijo sirviendo café en las tazas que Camila había heredado de su abuela. Dicen que somos el ejemplo perfecto de cómo el turismo puede beneficiar a las comunidades locales en lugar de desplazarlas. ¿Y tú qué piensas? Pienso que Elena estaría orgullosa. Sebastián miró por la ventana hacia las montañas.

Su sueño de crear algo hermoso en estas montañas se hizo realidad, pero de una manera que ella habría amado aún más. Habían visitado la tumba de Elena el mes anterior, llevando a Diego para que pusiera flores frescas y le contara a su mamá biológica sobre su nueva hermanita. Porque sí, Camila estaba embarazada de tres meses. Un secreto que solo sabían ellos tres y la doctora del pueblo.

¿Ya decidiste cuándo se lo vamos a decir a tu familia?, preguntó Sebastián, poniendo su mano sobre el vientre a un plano de Camila. En la cena de esta noche, sonríó ella, después de que los padres de Elena lleguen para su visita mensual, los abuelos de Diego habían cumplido su promesa de mantener una relación amorosa con su nieto. Venían una vez al mes y Diego los adoraba.

También habían aprendido a querer a Camila, reconociendo que ella no había tratado de reemplazar a Elena, sino de honrar su memoria, dándole a Diego el amor maternal que necesitaba. Mamá. Diego tiró de la falda de Camila. Podemos ir a ver el lugar donde papá arregló tu máquina de café. Era su historia favorita, cómo papá había llegado en una tormenta, cómo mamá los había salvado y cómo se habían enamorado mientras aprendían a cuidarse mutuamente. Claro que sí, mi amor. Caminaron juntos hacia el café original,

que ahora era el restaurante principal del complejo. Las paredes estaban decoradas con fotos de la historia del pueblo, incluyendo algunas de Sebastián, Camila y Diego durante esos primeros días mágicos. Mira, ahí está la foto de cuando papá no sabía hacer café. Diego señaló una imagen de Sebastián con cara de concentración extrema mientras Camila le enseñaba a usar la cafetera italiana.

“Tu papá era terrible haciendo café”, se rió Camila, “pero era muy bueno arreglando cosas rotas.” “¿Cómo qué cosas?” “Como mi corazón.” Camila miró a Sebastián con amor y como el suyo propio. La tía Esperanza apareció desde la cocina cargando una bandeja de tamales que olían deliciosamente.

Diego, ven acá que necesito un ayudante oficial. Diego corrió hacia su abuela adoptiva, quien lo había mimado desde el primer día. Esperanza se había convertido en la coordinadora cultural del proyecto, enseñando a los turistas sobre las tradiciones locales y asegurándose de que la cultura del pueblo se preservara y se celebrara.

¿Cómo están los tortolitos?, preguntó Esperanza, guiñándole un ojo a Camila. Felices”, respondió Sebastián pasando su brazo alrededor de la cintura de su esposa. “Muy felices y con noticias”, agregó Camila con una sonrisa misteriosa. “¿Qué tipo de noticias?” El tipo de noticias que hacen que Diego vaya a ser hermano mayor. Sebastián no pudo contenerse.

 

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