“¿Amigos tuyos?” preguntó, aunque en el fondo ya sospechaba la verdad.
—Son tuyos —respondió Lila con calma—. Estos son tus hijos.
Las palabras lo golpearon con la fuerza de un tren de carga.
Por un instante, el ruido del lugar se apagó, reemplazado por el sordo rugido de la sangre que le corría por los oídos. Miró fijamente a los niños: Noah con su mandíbula decidida, Nora con sus ojos almendrados. Ambos rasgos reflejaban los suyos.
Tragó saliva con fuerza. "¿Por qué... por qué no me lo dijiste?"
La mirada de Lila era firme. «Lo intenté. Durante semanas. Pero siempre estabas demasiado ocupado. Luego te vi con otra mujer en la tele. Así que me fui».
Su voz se redujo a un susurro. "Deberías habérmelo dicho de todas formas".
"Estaba embarazada, sola y agotada", respondió ella, con una compostura inquebrantable. "No quería rogar por tu atención mientras te hacías el dios de la tecnología".
Cassandra, que observaba desde la barrera, intervino y apartó a Alexander. "¿Es en serio?"
Él no respondió. No pudo.
Los gemelos permanecieron de pie torpemente, sintiendo la tensión en el aire.
“¿Quieren saludarnos?” les preguntó Lila suavemente.
Noé se adelantó y le ofreció la mano. «Hola. Soy Noé. Me gustan los dinosaurios y el espacio».
Nora hizo lo mismo. «Soy Nora. Me gusta dibujar y sé hacer volteretas».
Alexander se arrodilló, abrumado. "Hola... Soy... Soy tu padre".
Los gemelos asintieron, sin expectativas ni juicios, solo con pura aceptación.
Una lágrima le rodó por la mejilla. «No lo sabía. No tenía ni idea».
La expresión de Lila se suavizó un poco. «No vine a castigarte. Vine porque me invitaste. Querías demostrarme lo exitosa que has llegado a ser».
Se levantó lentamente, sintiendo el peso de la realidad. "Y ahora me doy cuenta de que me he perdido seis años de mi mayor éxito".
El organizador de bodas le dio un suave golpecito en el hombro. «Cinco minutos para empezar».
Cassandra ya estaba caminando de un lado a otro, visiblemente furiosa.
Alexander se volvió hacia Lila y los niños. «Necesito tiempo... Quiero conocerlos. ¿Podemos hablar?»
Lila dudó antes de asentir. "Eso depende. ¿Quieres ser padre ahora o solo un hombre al que atraparon?"
Su pregunta caló más hondo que cualquier titular o caída de las acciones.
—Quiero ser su padre —respondió en voz baja, con la voz entrecortada—. Si me dejas.
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