El delegado entonces emitió una orden judicial para registrar la antigua casa de los Zambrano. Ahí, entre mantas viejas, radios rotos y documentos de animales encontraron un cuaderno antiguo de anotaciones hechas a mano. No era de Marta. era de su padre, muerto en 2011. Ahí constaba una planilla informal de ventas y entregas realizadas para nombres que en su momento no parecían relevantes, pero entre los compradores ahí estaban Leonel, Manuel y Padilla, listados repetidamente entre 2009 y 2011, con valores en dólares y observaciones como entregado sin factura después del atardecer o en la línea del pozo viejo.
Esos registros cambiaron el tono de la investigación. La conexión de la familia con negocios paralelos era más antigua de lo que se imaginaba. Marta al parecer asumió la operación tras la muerte de su padre, pero intentó transformarla en algo limpio. Cuando se negó a seguir con las prácticas antiguas, se convirtió en un problema.
El delegado responsable hizo una declaración informal a periodistas a finales de mayo. No estamos solo ante una desaparición. Estamos lidiando con una cadena de omisiones, decisiones familiares, amenazas veladas y silencios heredados. Y esos silencios cuando se extienden tanto tiempo matan. A principios de junio, una denuncia anónima llevó a los investigadores a una hacienda desactivada en el municipio vecino de Guerrero del Sol, a poco más de 100 km del punto del descubrimiento del camión.
La llamada decía solo, “Busquen la cisterna detrás del último galpón.” Ahí fue donde enterraron el resto. El equipo llegó de madrugada con linternas y palas abrieron la tapa de concreto cubierta por hojas y piedras. El olor fue inmediato. Humedad estancada, suelo empapado por desechos animales y algo más.
Adentro, entre pedazos de madera y fierros viejos, estaban los restos de una carrocería improvisada, semejante a las usadas para transporte rápido de ganado clandestino. A un lado, tres aretes numerados, marcas de identificación bobina. Los números coincidían con los registros de tres animales del lote desaparecido con Marta.
Ella pudo haber desaparecido para huir o para evitar que la hicieran desaparecer, pero ahora había certeza de que alguien intentó enterrar su verdad por completo, empezando por los toros. El descubrimiento de la carrocería improvisada y los aretes numerados selló una nueva convicción entre los investigadores. Marta no solo desapareció, había intentado desmantelar algo más grande de lo que podía enfrentar sola.
y tal vez por eso fue silenciada. El delegado jefe del caso, Ramón Esquivel armó una fuerza tarea discreta con miembros de la división de crímenes rurales y un agente del Ministerio Público. La orden era clara, reconstruir la cadena de movimientos de ganado en los 30 días previos a la desaparición. Esa ventana, según los peritos, era donde vivía la verdad.
Comenzaron por lo básico, cruce de GPS de camiones, cámaras de peaje, transacciones en ferias y relatos informales. El segundo día de análisis apareció una conexión sorprendente. Un camión semejante al de Marta, mismo modelo, mismo color, pero con numeración adulterada, había pasado por un puesto fiscal 3 días antes de la desaparición. Transportaba 28 toros con documentación parcial.
La placa registrada no existía y el conductor, al ser abordado, presentó un RFC de un hombre muerto en 2007. Era una señal clara de que había al menos un vehículo clonado operando en la región y eso ponía al camión de Marta en el centro de algo que iba mucho más allá de lo que el pueblo de San Andrés podía imaginar.
Ignacio, que venía resistiendo a colaborar, cambió de postura. apareció espontáneamente en la delegación del pueblo con un sobre viejo en las manos. Dijo que lo había guardado por años sin valor para abrirlo, pero ahora sentía que necesitaba entregarlo. Dentro había dos cosas: una llave pequeña de caja fuerte o armario y una hoja manuscrita con el título Por si acaso.
La letra era de Marta, el recado era corto, directo y dolía en su simplicidad. Si un día no me escuchan más, no olviden que lo intenté. La llave es para el armario que escondí en el establo viejo. Está enterrado. No busquen justicia, busquen sentido. M. El establo al que se refería había sido desactivado años antes y estaba en la parte trasera de la propiedad de la familia.
El suelo ahí era duro, con grava mezclada con arena. Tomó casi 3 horas para que el equipo encontrara una base de madera bajo la tierra. protegida por lona plástica y piedras planas. Dentro había un pequeño armario de fierro oxidado por fuera, pero intacto por dentro, y lo que había ahí lo cambió todo.
Había copias de documentos de compra y venta de ganado con nombres diferentes, pero firmas idénticas, certificados de vacunación con fechas fraudulentas, un USB con imágenes de movimientos nocturnos de ganado en camiones sin identificación. Y por último, tres videos grabados con celular.
En el primer video, Marta está de pie frente a una cerca, filmando a la distancia la entrada de una hacienda. Dos camiones entran sin faros. Ella susurra, lo hacen todas las semanas. Están cambiando los toros enfermos por los nuevos y están vendiendo los enfermos para carne. En el segundo más corto aparece la carrocería de un camión siendo lavada con manguera de presión. En el suelo, manchas oscuras, carcasas de animales flacos y al fondo un hombre grita algo ininteligible. El tercer video fue el más perturbador.
Marta aparece con el rostro en primer plano, sosteniendo el celular con manos temblorosas. Habla despacio con la voz quebrada. Sé que esto me va a costar, pero ya no puedo fingir que no veo. Uno de los toros murió en el camión mientras yo manejaba y nadie quiso saber. Me dijeron que lo enterrara y callara la boca, pero este no es mi lugar ni el de ellos.
Voy a dejar esto con alguien porque si desaparezco no va a ser en vano. Las imágenes fueron entregadas directamente al Ministerio Público. La semana siguiente se emitieron tres órdenes de apreensón. Leonel Duarte, Manuel del Río y un empleado administrativo ligado a Padilla, el único del trío aún vivo y localizable.
Leonel fue encontrado en una finca en las afueras de Saltillo. No opuso resistencia. En su interrogatorio, los abogados intentaron negar cualquier relación con Marta, pero ante los videos y los registros del padre de ella, la defensa cambió de tono. Lo que dijeron fue suficiente para abrir un nuevo proceso. Martha había intentado denunciar el esquema en 2016, pero fue intimidada.
Según Leonel, ella era valiente, pero demasiado tonta para jugar ese juego. La noche previa a la desaparición, uno de los camiones del grupo fue interceptado por un bloqueo informal. Marta se habría negado a participar en el gasto colectivo para resolver el problema. Lo que pasó después no quedó claro.
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