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Y no solo comíamos fresno de montaña, sino que también hacíamos cuentas con él. Si hubiéramos recolectado todas las decoraciones que hicimos con él, habría tenido más de una milla de largo.
Recuerdo haber probado la raíz de caña. Su sabor es tan inusual que lo recordaré para siempre. Para conseguirlo, navegamos hasta los juncos en una barca y con cuidado retiramos uno junto con las raíces.
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Los juncos crecen en el barro. Quitamos los enganchones, lavamos y cortamos. En el interior había fibras blancas que sabían a sémola.
¿Alguna vez has tenido la oportunidad de probar las raíces de las cañas?
Nos gustaron especialmente las fresas silvestres y las cerezas de pájaro. Nos pusieron la boca negra y éramos felices.
Estos son sólo algunos ejemplos de lo que crecía fuera de casa.