Marissa le pidió a Mark que volviera a casa para la boda porque lo único que quería era verlo acompañarla hasta el altar para representar a su difunto padre. Aunque Mark quería estar ahí para su hermana pequeña, su agenda era demasiado impredecible como para comprometerse a regresar a casa.
Marissa estaba angustiada. Quería que su hermano estuviera presente el día de su boda. Ella sugirió posponer la boda, pero Mark la disuadió porque, fuera cual fuera la fecha, todavía no podía prometerle que estaría allí.
“Lo siento, Marissa”, se disculpa Mark. “Sólo tengo autorización de mi superior unos días antes de la salida prevista. No pongas en peligro tu matrimonio sólo por mi culpa. Estaré con ustedes en espíritu”, explicó.