Colocó los platos en una mesa contigua, saludó a los visitantes con un gesto y se marchó. Vanessa habló de su próxima sesión de fotos de moda, ajena a la falta de atención de Ryan. Sus pensamientos corrían a mil. ¿Cuál era el motivo de su empleo allí? Se esperaba que estuviera en una situación más favorable. Siempre expresaba su deseo de enseñar. Era inteligente. Tenía potencial. Al observar a Anna tomando nota de un pedido en otra mesa, percibió un detalle en su postura: una sutil fatiga, indicativa no solo de un turno prolongado, sino de años de soportar cargas en soledad. Posteriormente, esa noche… Ryan se disculpó para ir al baño; sin embargo, en lugar de volver a la mesa, se quedó cerca de la puerta de la cocina. Anna salió con una bandeja de vasos. “¿Anna?”, preguntó con suavidad. Ella se quedó inmóvil. Poco a poco, giró la cabeza. Sus ojos se abrieron brevemente antes de asumir una actitud de cortés neutralidad.
“Ryan.” “¿Trabajas aquí?” “Afirmativo”, respondió sucintamente. “¿Puedo ayudarte en algo?” “Estoy ocupado”. Retrocedió ante su tono gélido. No esperaba encontrarte aquí. Supuse que ya estarías dando clases, o… “La vida no siempre se desarrolla como queremos, Ryan”, comentó en voz baja, mirando hacia el comedor. “Tengo mesas que servir”. “Anna, una pausa”. No era consciente de tus dificultades. Soltó una breve y áspera risa. Ignorabas muchos asuntos. Estabas preocupado por construir tu imperio para reconocer lo que sacrifiqué por ti.
Ryan sintió una opresión en el pecho. “¿Qué quieres decir?”. Sin embargo, ella no respondió. Se giró y regresó a la cocina, dejándolo en el pasillo, atormentado por una pregunta que no había considerado antes: ¿A qué había renunciado por él? Ryan volvió a sentarse, pero no pudo concentrarse en las palabras de Vanessa. Su mente repitió la declaración de Anna: “Ignorabas muchas cosas”. Estabas preocupada por construir tu imperio para reconocer lo que sacrifiqué por ti. Posteriormente, esa noche, después de acompañar a Vanessa a casa, Ryan no pudo disipar su incomodidad. Durante años, se había convencido de que su divorcio de Anna era mutuo, de que ella deseaba una vida alternativa.