Para la masa preparar:
Primero, rompe los huevos en un bol grande y luego bátelos suavemente.
Cuando los huevos estén batidos añade el queso rallado y mezcla bien.
Agrega sal y pimienta al gusto y sazona con sal.
Para que la masa quede lo suficientemente suave y espesa como para cubrir el dorso de una cuchara, incorpore gradualmente la harina a la mezcla de huevo y queso mientras revuelve. Continúe este proceso hasta que la masa esté suave. Puedes agregar un poco de agua o leche a la masa para cambiar la consistencia si queda demasiado espesa.
Empezamos lavando los calabacines y luego cortándolos en rodajas de aproximadamente un cuarto de centímetro de grosor. Para eliminar el exceso de humedad de las rodajas de calabacín, sécalas con papel absorbente. Esto ayudará a garantizar que queden crujientes al freírlos.
Para calentar aceite, vierte suficiente aceite en una sartén para que cubra completamente el fondo de la sartén, luego calienta el aceite a fuego medio.
Antes de empezar a cocinar los calabacines, asegúrate de que cada rodaja de calabacín quede bien cubierta por ambos lados sumergiéndola en la masa.
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