- Calentar la leche: Vierta la leche en una cacerola grande y caliéntela lentamente en la estufa. Debes calentar la leche justo antes de hervir, alrededor de 185 °F (85 °C). Es importante no dejar que la leche hierva, ya que esto puede afectar la textura del queso.
- Agrega el ácido: una vez que la leche esté lo suficientemente caliente, retírala del fuego. Agrega el vinagre blanco o el jugo de limón y revuelve suavemente. Verás que la leche comienza a cuajar a medida que el ácido hace su trabajo separando la cuajada (sólidos) del suero (líquido).
- Déjelo reposar: Deje reposar la mezcla durante unos minutos. Este periodo de reposo ayuda al proceso de cuajado y facilita el colado del queso.
- Cuele la cuajada: cubra su colador o colador con una gasa o un paño de cocina y colóquelo sobre el tazón. Vierta la mezcla en el colador forrado para separar la cuajada del suero. El suero líquido se puede desechar o guardar para otras recetas (como batidos u horneado).
- Sazone y presione: Una vez escurrida, puede agregar una pizca de sal a la cuajada para darle sabor. Luego, junta las esquinas de la estopilla y aprieta suavemente para extraer el líquido restante. Para obtener un queso más firme, presione debajo de un objeto pesado durante unos minutos.
- ¡Disfruta tu queso! ¡Tu queso casero está listo para comer! Es delicioso untado sobre galletas saladas, mezclado en ensaladas o simplemente disfrutado fresco con un chorrito de aceite de oliva y hierbas.
Conclusión
Hacer su propio queso en casa no sólo es una experiencia deliciosa, sino también una alternativa más saludable al queso procesado comprado en la tienda. Te permite controlar los ingredientes y disfrutar de la frescura de un producto elaborado con tus propias manos. Pruébelo una vez y es posible que se encuentre preparándolo regularmente como un pasatiempo nuevo y sabroso.