- En una cacerola mediana, coloca la leche y el azúcar.
- Calienta a fuego medio, revolviendo constantemente hasta que el azúcar se disuelva por completo.
- Reduce el fuego a bajo y deja que la mezcla hierva lentamente. Remueve de vez en cuando para evitar que se pegue o se queme. No dejes que llegue a hervir completamente.
- Cocina a fuego lento durante 30 a 45 minutos, o hasta que la mezcla se espese y su volumen se reduzca a la mitad.
- Una vez que esté espesa, retira del fuego y agrega la mantequilla y la vainilla (si decides usarla). Mezcla hasta que la mantequilla se derrita e incorpore por completo.
- Deja que la leche condensada se enfríe completamente.
- Viértela en un recipiente limpio o un frasco hermético y consérvala en el refrigerador. Se espesará aún más al enfriarse.
Nota: La leche condensada casera puede almacenarse en el refrigerador hasta por una semana. Remueve bien antes de usar, ya que podría separarse un poco con el tiempo.