Por la noche, vierto un vaso de agua y bicarbonato de sodio en el inodoro y por la mañana está tan limpio como una lágrima de niño.

Encontré mi solución al problema en un libro sobre productos de limpieza ambiental. El producto es económico, pero resulta muy eficaz.

La técnica no es complicada, pero tiene sus propios matices:
se deben disolver 4 cucharadas grandes de carbonato de sodio en un vaso de agua hirviendo. Los refrescos comunes de los gabinetes de la cocina no darán el resultado deseado. Al interactuar con agua hirviendo, la soda comienza a formar espuma, por lo que el polvo se debe verter con cuidado, en pequeñas porciones, y el vaso se debe colocar en el fregadero.

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