Devuelve las bolas al bol aceitado, cúbrelas bien con film transparente y déjalas reposar en el refrigerador hasta que casi dupliquen su volumen, de 40 a 50 minutos. Mientras tanto, ajusta la rejilla del horno a la posición más baja y precalienta el horno a 425 grados F.
Hornea las pizzas: cubre dos moldes para tortas redondos de 9 pulgadas con 2 cucharadas de aceite de oliva cada uno.
Transfiere 1 bola de masa a una superficie de trabajo seca y estírala hasta formar un círculo de 13 pulgadas. Transfiere la masa al molde enrollándola sin apretarla alrededor de un palo de amasar y desenrollándola en el molde.
Presiona ligeramente la masa en el molde, trabajando en las esquinas y en los bordes de 1 pulgada. Si la masa se resiste a estirarse, déjala reposar durante 5 minutos antes de volver a intentarlo. Repite el proceso con la bola de masa restante.
Para cada pizza, espolvorea 2 tazas de mozzarella de manera uniforme sobre la superficie de la masa. (Si usas carne o verduras como aderezo, agrégalo ahora, sobre el queso).
Unta 1¼ tazas de salsa de tomate sobre el queso (o los aderezos) y espolvorea 2 cucharadas de parmesano sobre la salsa. Hornea hasta que la masa esté dorada, de 20 a 30 minutos. Retira la pizza del horno y déjala reposar 10 minutos antes de cortarla y servirla.
