Panes de leche: suaves, con sabor a leche y con una textura que se deshace en la boca.

Instrucciones:

  1. Preparar la masa: 1.1. En un bol pequeño, disuelve la levadura en la leche tibia y deja reposar durante unos 10 minutos hasta que la mezcla esté espumosa. 1.2. En un bol grande, mezcla la harina, el azúcar y la sal. 1.3. Haz un hueco en el centro de los ingredientes secos y añade el huevo y la mezcla de leche con levadura. 1.4. Mezcla todos los ingredientes hasta formar una masa. Luego, añade la mantequilla en pequeños trozos y continúa amasando.
  2. Amasar: 2.1. Amasa la masa en una superficie ligeramente enharinada durante unos 10-15 minutos, o hasta que esté suave, elástica y no se pegue a las manos. 2.2. Forma una bola con la masa, colócala en un bol ligeramente engrasado, cúbrela con un paño limpio y deja reposar en un lugar cálido durante 1-2 horas, o hasta que haya duplicado su tamaño.
  3. Formar los panes: 3.1. Después de que la masa haya subido, desgasifícala ligeramente amasando de nuevo. 3.2. Divide la masa en porciones de unos 50 g cada una (esto te dará panes de tamaño mediano) y forma bolitas. 3.3. Coloca las bolitas de masa en una bandeja para hornear forrada con papel de horno, dejando espacio entre ellas para que crezcan. 3.4. Cubre los panes con un paño y deja que reposen durante unos 30-40 minutos, o hasta que hayan subido de nuevo.
  4. Hornear: 4.1. Precalienta el horno a 180°C (356°F). 4.2. Si lo deseas, pinta la superficie de los panes con huevo batido para darles un acabado brillante. 4.3. Hornea los panes durante unos 15-20 minutos, o hasta que estén dorados y cocidos por dentro. 4.4. Retira los panes del horno y deja que se enfríen ligeramente sobre una rejilla.
  5. Servir: 5.1. Puedes espolvorear los panes con un poco de azúcar en polvo antes de servir para darles un toque decorativo y extra de dulzura. 5.2. Disfruta de estos panes de leche suaves y esponjosos, perfectos para untar con mantequilla, mermelada, o simplemente disfrutarlos solos.

Estos panes de leche son tan tiernos que se deshacen en la boca, y su sabor a leche los hace irresistibles. Son ideales para cualquier momento del día y se pueden conservar durante un par de días en un recipiente hermético. ¡Incluso se pueden congelar y recalentar para disfrutar más tarde!

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