Niña Lloró y Suplicó: “Mamá, ¡Está Demasiado Caliente!” De Pronto, un Millonario Entró y Dijo…

La niña estaba sentada en su silla de ruedas con todo el cuerpo temblando, mientras un cuenco de sopa de calabaza caliente era vertido directamente sobre su cabeza por su madrastra. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras soyosaba de dolor y suplicaba, “Mamá, está demasiado caliente, me duele mucho.
” En ese preciso instante, la puerta se abrió de golpe. Su padre millonario se quedó paralizado. La caja de regalo se le resbaló de la mano al ver a su hija en ese estado tan horrible. Solo pudo pronunciar una frase que dejó a todos en la sala sin palabras.
El gran salón de la mansión de los Valdivia brillaba con una luz deslumbrante. Candelabros de cristal colgaban en lo alto, proyectando su brillo sobre el pulido suelo de mármol, reflejando las siluetas de docenas de invitados vestidos con lujosos atuendos.

Las risas, el tintineo de las copas y el suave sonido de un piano se mezclaban en una elegante melodía. En medio de la animada multitud, una niña de 6 años empujaba lentamente su pequeña silla de ruedas plateada. Era Sofía Valdivia, la única hija de Ricardo Valdivia, uno de los hombres más ricos y poderosos de la ciudad.

Sofía tenía un suave cabello castaño dorado, piel pálida y ojos grandes que siempre tenían un brillo frágil. Desde el trágico accidente en el mar, sus piernas habían quedado paralizadas. para siempre. Sofía llevaba un sencillo vestido amarillo claro, sus pequeñas manos sujetando con cuidado el lateral de su silla. Anhelaba afecto. Anhelaba una mano suave que se posara en su hombro.

Sin embargo, desde que su madre había fallecido, todo lo que recibía era negligencia y crueldad. La mujer que caminaba con confianza por el salón principal con un llamativo vestido rojo, Elena, la segunda esposa de Ricardo, nunca había considerado a Sofía su hija. Delante de los demás, Elena siempre parecía elegante y encantadora.

Su sonrisa era tan dulce como la miel. Pero solo Sofía sabía que detrás de esa sonrisa ardían la ira y el desdén. Esta noche era la fiesta de cumpleaños de Elena. La mayoría de los invitados eran figuras influyentes del mundo de las finanzas y la política, ansiosos por ganarse su favor.

Entre la multitud estaba Clara, la hermana menor de Elena, vestida con un suntuoso vestido morado. Sus ojos se dirigían hacia Sofía con una diversión burlona. Caminando junto a Clara estaba su marido, Marcos, con un traje azul. Su boca nunca dejaba de lanzar comentarios groseros y despectivos. Sofía intentó dirigirse hacia la mesa del buffet para un vaso de agua.

 

 

 

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