
Mi suegra estaba sentada a la mesa, con lágrimas en los ojos, pero también se veía un poco más tranquila, ¿sabes a qué me refiero? Nos dijo que llevaba décadas guardando ese secreto y que no iba a dejar que la humillara delante de sus nietos.
Después de que se fueron, mi esposo admitió que siempre tuvo sospechas, pero nunca supo la verdad. Ahora está furioso, pero a la vez dividido, y dice: “Sigue siendo mi papá”. No sabe si reducir el contacto, no hacerlo, o simplemente mantener la paz.
Soy protectora de mi suegra y estoy furiosa por ella, pero tampoco quiero que mis hijos estén cerca de alguien que piensa que está bien llamar a su abuela “basura” en la mesa.
¿Estaría mal si le dijera a mi esposo que no quiero que su padre vuelva a estar en nuestra casa nunca más?