Durante días, aquellas botellas permanecieron en la estantería de mi cuarto de baño, bonitas como eran, con sus etiquetas rústicas y todo. No me atrevía a usarlos. No eran lo mío y, sinceramente, había algo en ellas que no me gustaba.
Durante días, aquellas botellas permanecieron en la estantería de mi cuarto de baño, bonitas como eran, con sus etiquetas rústicas y todo. No me atrevía a usarlos. No eran lo mío y, sinceramente, había algo en ellas que no me gustaba.