
Mi hermana me echó de casa después de la muerte de nuestro padre, pero ella no sabía que él lo había previsto.
Sonreí.
—Te habría ayudado, Charlotte —dije—. Si hubieras sido más amable conmigo de pequeña, hermanita. Quizás entonces me sentiría mal.
Luego colgué.
Matthew me estaba ayudando a buscar un apartamento amueblado.
“Algo pequeño será perfecto”, dijo. “Tienes unos meses antes de irte a la universidad, Dawn. No necesitas estar atada a una casa grande. Un apartamento es la mejor opción. Y pronto cumplirás dieciocho años y entonces podrás hacer lo que quieras. Por ahora, necesitas concentrarte en los estudios”.
—Gracias por ayudarme —dije—. Sin ti, estaría perdido.
Dawn, tu padre me contó todo sobre ti y lo difícil que te hizo la vida tu hermana. Sobre todo después de que tu madre dejó a la familia. Le prometí a tu padre que te ayudaría a recuperarte.
Unas semanas después, estaba en mi pequeño estudio en una zona artística de la ciudad. Y me encantaba.
No sé qué le pasó a Charlotte, pero una noche, al pasar por delante de nuestra casa, vi un cartel de “VENDIDO”. Debería haberme sentido mal, pero no me sentí así. Sin mi padre, no era mi hogar.
Y al menos él seguía cuidándome, aunque fuera a través de Matthew.