Mi esposo me arrojó una fregona a los pies y se rio en mi cara. Delante de su amante, señaló el vino derramado y dijo: —“Límpialo. Para eso sirve una ama de casa como tú… para servir.” Tragué el dolor, pero no respondí. Porque él no tenía idea de que, mientras jugaba a ser el gran CEO, yo llevaba meses moviendo piezas en silencio… bajo mi apellido de soltera. Esa misma noche, firmé el último documento. 51% de las acciones de su compañía ya eran mías. A la mañana siguiente, no limpié el suelo. Me vestí de negro, crucé las puertas de su empresa… y entré directo a la sala de juntas. Y cuando él me vio sentada en la cabecera, pálido, sin aire… solo le dije, con una sonrisa: —“Estás despedido.”

 

—Uy… qué torpe —dijo con una sonrisa falsa, mirándome como si yo fuese invisible.

Javier no solo no se molestó. Se rió.

Entonces se inclinó hacia mí y, delante de varias personas, me dio un trapeador que un camarero había traído.

—Anda, Clara. Límpialo. Para algo sirven las amas de casa, ¿no? —dijo, soltando una carcajada.

Sentí que el mundo se me apagaba por un segundo. Varias miradas se clavaron en mí. Algunas con pena, otras con morbo.

Yo apreté los dientes. Tomé el trapeador. No porque me humillara… sino porque en ese momento comprendí algo: Javier jamás me había conocido de verdad.

Lo que él no sabía era que, mientras él jugaba a ser un gran CEO, yo llevaba meses revisando reportes, estudiando balances, y comprando acciones… bajo mi apellido de soltera: Álvarez.

Esa noche, mientras él seguía riéndose con su amante, yo miré el vino en el suelo y pensé: mañana ya no voy a limpiar nada.

Al llegar a casa, Javier ni siquiera se disculpó. Solo dijo:

—No hagas un drama. Tú naciste para servir.

⬇️Para obtener más información, continúa en la página siguiente⬇️

 

Aby zobaczyć pełną instrukcję gotowania, przejdź na następną stronę lub kliknij przycisk Otwórz (>) i nie zapomnij PODZIELIĆ SIĘ nią ze znajomymi na Facebooku.