¡Mi esposo los llama pequeños pedazos de cielo en su boca!

Precalienta el horno a 200 °C (400 °F). Cubre una bandeja para hornear con papel pergamino.
En un tazón grande, combina el pollo molido, el queso ricotta, 1/2 taza de queso parmesano rallado, pan rallado, huevo, ajo picado, condimento italiano, sal y pimienta. Mezcla bien hasta que todos los ingredientes estén incorporados de manera uniforme.
Forma con la mezcla albóndigas del tamaño de una pelota de golf y colócalas en la bandeja para hornear preparada. Rocía con aceite de oliva.
Hornea las albóndigas durante 20 a 25 minutos o hasta que estén doradas y cocidas.
Mientras se hornean las albóndigas, prepara la salsa Alfredo de espinacas. En una sartén grande, derrite la mantequilla a fuego medio.
Agrega la harina y bate continuamente durante aproximadamente 1 minuto para crear un roux.
Vierte lentamente la leche y la crema espesa, batiendo constantemente para evitar grumos. Cocina hasta que la salsa comience a espesarse.
Agrega el queso parmesano rallado, la nuez moscada, la sal y la pimienta. Continúa cocinando hasta que el queso se haya derretido y la salsa esté suave.
Añade las espinacas picadas a la salsa y cocina durante 2-3 minutos más, hasta que las espinacas se hayan marchitado.
Sirve las albóndigas de pollo al horno calientes, cubiertas con la cremosa salsa Alfredo de espinacas. ¡Disfruta!
Variaciones y consejos
Para una opción sin gluten, usa pan rallado y harina sin gluten. Si tienes niños quisquillosos para comer, puedes mezclar las espinacas con la salsa Alfredo para que se note menos. Para agregar un poco de ralladura, mezcla un poco de ralladura de limón en las albóndigas o espolvorea algunas hojuelas de pimiento rojo en la salsa para darle un toque picante. Para los amantes del queso, un poco de mozzarella rallada por encima al hornear las albóndigas puede agregar un deleite extra pegajoso.

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