Me regalaron una mansión de 2 millones de dólares para casarme con su hijo, pero lo que descubrí en nuestra noche de bodas me hizo temblar.

Un nuevo comienzo

En los meses que siguieron, permanecí al lado de Ethan todos los días, ayudándolo durante su rehabilitación y guiándolo paso a paso a través del dolor.

Una tarde, rompió a llorar durante la terapia.

“Ya no sé si te merezco. Ahora soy diferente, y tú sigues siendo el mismo.”

Lo abracé y le susurré:

“Ethan, no tienes que demostrar nada. Mi amor no necesita un héroe, solo te necesita a ti.”

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Un año después, se había recuperado por completo. Podía caminar con normalidad, incluso correr un poco.

El día que salió por la puerta sin ayuda, yo me quedé allí de pie, con lágrimas corriendo por mis mejillas.

Esa noche me llevó al lago, el lugar donde una vez prometimos estar juntos pasara lo que pasara.

Extendió un paño en el suelo y colocó una taza de té de manzanilla entre nosotros.

“¿Recuerdas aquella noche lluviosa? Dijiste que no querías que te tocara hasta que estuvieras lista. Hoy quiero preguntarte de nuevo: ¿estás lista para ir conmigo… otra vez?”

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Reí entre lágrimas.

“Llevas aquí diez años, Ethan. Y si hay una próxima vida, volveré a elegir quedarme.”

Tomó mi mano y dijo suavemente:

“Tú eres el sueño que nunca creí merecer. Y esto… nuestros sueños junto al lago.”

Sacó un dibujo de su  bolsa : una pintura de dos personas de pie, de la mano, junto al lago, con la villa resplandeciendo bajo la luz dorada del sol detrás de ellos.

Debajo, había escrito:

“El amor no necesita ser perfecto. Solo necesita permanecer.”

Dos años después, adoptamos a una niña huérfana llamada Lily.

La villa junto al lago volvió a llenarse de risas. Todas las tardes, los tres nos sentábamos en el porche, tomando té y escuchando el viento acariciar el agua.

Ethan diría:

“Antes pensaba que mis defectos me habían hecho perderlo todo. Pero me ayudaron a encontrarte.”

Y yo sonreía y respondía:

“Y tú eres lo más perfecto que la vida me ha dado, aunque un poco tarde.”

Cuando el sol se ocultó en el horizonte y el lago brilló dorado, lo supe: nuestro sueño junto al lago no era un cuento de hadas. Era la prueba viviente de que el verdadero amor puede superar cualquier límite humano

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