—Muchacho, lo he visto todo. Esa chica ha sido abandonada aquí por traficantes. Estos hombres la estaban protegiendo.
El agente apenas me miró.
—Señor, por favor, aléjese. Tenemos la situación controlada.
—No, no la tienen. Están arrestando a las personas equivocadas.
Esposaron a los cuarenta y siete moteros. A cada uno. Las cámaras de televisión que habían llegado grababan la escena de “peligrosa banda de motoristas detenida por intento de secuestro”.
Pero Lucía estaba montando un escándalo dentro del coche patrulla. Pateaba las ventanas, gritaba que se estaban equivocando. Al final, una agente se acercó para intentar calmarla.Concesionarios de coches cerca de mí
La chica señaló a Juan.
—Ese hombre llamó a su esposa para que viniera a ayudarme. Su hija es trabajadora social. ¡Revisen su teléfono!
La agente, que llevaba en la placa el apellido Martínez, miró a Lucía y luego a los moteros. Algo en su expresión cambió.
—Ramírez —llamó al agente joven—. Espera un momento.
Se acercó a Juan, que seguía de rodillas con las manos esposadas a la espalda.
—¿Ha llamado a su esposa?
—Sí, agente. Carmen viene de camino con nuestra hija Laura. Laura trabaja con víctimas de trata.
Martínez sacó el móvil del bolsillo de la chaqueta de Juan. Las llamadas recientes estaban ahí: Carmen, dos minutos antes de que llegara la policía.
Marcó el número. Desde donde yo estaba podía oír la voz nerviosa de Carmen.
—¿Juan? ¿Estás bien? ¡Estamos a cinco minutos! ¿La chica está a salvo?
La expresión de Martínez cambió por completo.
—Señora, habla la agente Martínez. Su marido está… retenido. ¿Dice que viene hacia aquí?
—Con mi hija, sí. Ella es trabajadora social. Juan ha llamado porque hay una menor víctima de trata que necesita ayuda. ¿Está bien Juan? ¿Está bien la niña?
Martínez miró a los cuarenta y siete moteros arrodillados, luego a Lucía en el coche patrulla y después al agente Ramírez.
—Quítales las esposas —dijo en voz baja.
—¿Perdón, sargento?
—Que los sueltes. A todos.
Mientras los agentes empezaban a quitar esposas, Martínez se acercó a Lucía con una libreta.
—Cuéntame del coche. Cuéntame de la casa. Cada detalle que recuerdes.Concesionarios de coches cerca de mí
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