Han pasado quince años y el vínculo de Artamkins sigue siendo inquebrantable. Varvara se ocupa de la casa mientras Dmitry ha encontrado su camino en la iglesia, ahora ordenado diácono. Elizaveta, Nadezhda, Alexandra, Tatiana y Varvara Artamkins, junto con sus padres, participan activamente en la escuela dominical y consideran sus planes futuros. A pesar de sus diferentes personalidades, el amor y la unidad definen la dinámica familiar.
Su historia es un rayo de esperanza que ilustra que la adversidad puede fortalecer los lazos familiares. Saludemos a los Artamkins, que su viaje siga lleno de felicidad y que el camino de sus hijas esté lleno de éxitos.