Me quemé en un abrir y cerrar de ojos.
Una mujer está sentada allí sujetándose la cabeza | Fuente: Midjourney
Respiré hondo. Luego me puse de pie.
“¿Dónde?” pregunté con una voz extrañamente tranquila.
“¿Qué?” preguntó Sophie secándose los ojos.
“¿Dónde vives, cariño?”, pregunté.
“¿Quieres… quieres venir conmigo?” preguntó lentamente.
Una joven está sentada a una mesa | Fuente: Midjourney
—Sí —dije cogiendo mi abrigo.
El rostro de Ryan se oscureció.
“Iré contigo”, dijo.
—Yo también —dijo Sophie—. Lo siento mucho.
Y así fue como partimos.
Fue un viaje surrealista.
Mujer conduciendo un coche | Fuente: Midjourney
Sophie se sentó en el asiento del copiloto y me guió mientras conducía, moviendo constantemente las manos de un lado a otro sobre sus rodillas. Ryan iba en el asiento trasero, con la rodilla temblando.
Mis nudillos estaban blancos sobre el volante.
Cuando llegamos frente a la casa, sentí como si hubiera entrado en otra vida.
Era una casa encantadora. Un rincón acogedor con una cerca blanca y una cálida luz en el porche que brillaba al anochecer.
Vista exterior de la casa | Fuente: Midjourney
Thomas construyó toda su vida aquí.
Apagué el motor. Mi respiración era lenta y regular, pero por dentro, un huracán rugía en mi interior.
Sophie dudó.
“¿Está seguro?”
Salí del coche.
“Oh, absolutamente”, dije.
Una mujer sentada en su coche, perdida en sus pensamientos | Fuente: Midjourney
Con cada paso hacia la puerta, mi corazón se calmaba. La ira se disipó, dejando solo una fría determinación. Toqué el timbre.
Escaleras.
Entonces la puerta se abrió.
Thomas estaba allí, recién duchado, con una toalla alrededor del cuello. Sonrió. De verdad sonrió.
Hasta que se dio cuenta de que era yo.
Desde fuera de la casa | Fuente: Midjourney