La niña se quejó de un fuerte dolor abdominal después de pasar un fin de semana con su padrastro, y cuando el médico vio la ecografía, llamó inmediatamente a una ambulancia.

La niña se quejó de un fuerte dolor abdominal la semana pasada con su padrastro, y el médico, al ver la ecografía, llamó inmediatamente a la ambulancia…

Esa mañana debía empezar como cualquier otra. Clara, madre de una niña de ocho años llamada Aa, preparaba el desayuno antes de llevarla a la escuela. Pero había algo profundamente perturbador.

Aa estaba pálida, sentada a la mesa con la mano en el estómago.
«Mamá… todavía me duele», susurró con voz débil.

Clara se palpó el pecho. “¿También te dolió ayer?” Asintió, con los ojos abiertos y amargados.

—Empezó el sábado por la noche… muy mal. Se lo conté a Martí (el esposo de Clara, padrastro de Aa), pero me dijo que probablemente fue por la pizza.

Ese fin de semana, Clara tuvo que trabajar, dejando a su hija al cuidado de Martí. Hasta entonces, siempre había desestimado las quejas de la niña, convencida de que eran solo molestias pasajeras. Pero esta vez, un escalofrío la recorrió por las venas.

Sin perder tiempo, la llevó al pediatra que la atendía desde que nació.

Tras una revisión exhaustiva, el médico decidió realizar una ecografía “por si acaso”. Sin embargo, en cuanto aparecieron las imágenes en la pantalla, la serenidad se desvaneció de su rostro. Intercambió una mirada de alarma con su asistente.

—Doctor, ¿qué pasa? —preguntó Clara con voz temblorosa.

El médico inmediatamente cogió el teléfono y, con mucha firmeza, dijo:
“Necesito una ambliopía para una niña de ocho años”.

Entonces se volvió hacia Aa, teñida y llena de cicatrices en la camilla. Y en ese momento, una pregunta aterradora cruzó la mente de Clara:

¿Qué había pasado realmente durante ese fin de semana con su padrastro?

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