“Valeria”, llamó Sofía suavemente. La niña la miró sin reconocerla. Para Valeria, ella era una desconocida. Esta es mi amiga Sofía, dijo Eduardo sin querer confundir a la niña. Hola dijo Valeria tímidamente, escondiéndose detrás de Mateo. Sofía notó la cercanía entre su hija y el niño. ¿Y tú quién eres?, le preguntó a Mateo. Soy Mateo. Soy amigo de Valeria y la ayudo a caminar. ¿La ayudas a caminar? ¿Cómo? Mateo explicó brevemente sus técnicas y Sofía escuchó con asombro creciente.
Ese niño parecía de 4 años, pero hablaba con la seriedad y conocimiento de un adulto. Eduardo, ¿podemos hablar en privado? Pidió Sofía. Mateo, puedes llevar a Valeria a seguir con los ejercicios. Los alcanzo en un rato. Cuando los niños se alejaron, Sofía se volvió hacia Eduardo. No puedo creer lo que veo. Hace dos años, los médicos dijeron que nunca caminaría. Los médicos dijeron que era poco probable no imposible, pero tú no quisiste esperar para verlo. Eduardo. Sé que me equivoqué.
Tenía miedo. Estaba deprimida. No podía aceptar que nuestra hija fuera diferente. Valeria no es diferente, Sofía. Es especial. Y si te hubieras quedado, lo habrías descubierto. ¿Y ahora qué puedo hacer para enmendar mi error? Eduardo guardó silencio un momento. No sé si haya forma de enmendar lo que hiciste. Valeria no te recuerda. Para ella, Mariana es su mamá. Pero yo soy su madre biológica. Tengo derechos. Los derechos se ganan con presencia, cuidado, amor. Renunciaste a ellos cuando te fuiste.
La conversación se puso tensa cuando Mariana llegó al hospital. Había ido a buscar a Mateo a la escuela y venía directo al hospital. Al ver a Sofía, se detuvo sorprendida. Sofía. Mariana, supe que te casaste con Eduardo. Sí, nos casamos hace un año. ¿Y tú qué haces aquí? Vine a ver a mi hija. Valeria sintió un nudo en el pecho. Mariana era como una hija para ella y la idea de perderla era aterradora. Tu hija repitió Valeria tratando de mantener la calma.
Mariana no es un objeto que puedes tomar y soltar cuando quieras. Valeria, por favor, no peleemos, intervino Eduardo. Hablemos civilizadamente. En ese momento, Mateo apareció corriendo. Tío Eduardo. Mariana logró caminar sola hasta la ventana. Mateo, ¿dónde está? Ella está con la tía Guadalupe en la sala. La abuela vino de visita. Sofía se irritó al escuchar a Mateo llamar a Eduardo tío y referirse a Guadalupe como abuela. Eduardo, ¿quién es exactamente este niño y por qué te trata como familia?
Mateo vive con nosotros. Lo adoptamos. Adoptaron a un niño sin consultarme. Sofía, no tienes derecho a opinar sobre nuestras decisiones. Renunciaste a ese derecho. La discusión fue interrumpida por la llegada de Guadalupe con Mariana. La abuela notó de inmediato la tensión en el ambiente. Sofía, qué sorpresa. Hola, Guadalupe. Vine a conocer los avances de Mariana. Guadalupe miró a Eduardo y Valeria, entendiendo la situación delicada. Mariana, mi amor, ven con la abuela a jugar al jardín, dijo Guadalupe, notando que era mejor sacar a la niña de ese ambiente tenso.
⬇️Para obtener más información, continúa en la página siguiente⬇️
Aby zobaczyć pełną instrukcję gotowania, przejdź na następną stronę lub kliknij przycisk Otwórz (>) i nie zapomnij PODZIELIĆ SIĘ nią ze znajomymi na Facebooku.
