Ella es la madre biológica de Valeria. Se separaron cuando descubrieron que la niña tenía problemas de desarrollo. El mundo de Mateo pareció derrumbarse. Se había encariñado tanto con la familia de Eduardo. Se sentía amado y acogido, pero ahora descubría que había secretos importantes que desconocía. ¿Dónde está la mamá de Valeria? Sofía vive en Guadalajara ahora. Ella tuvo dificultades para aceptar la condición de su hija y prefirió alejarse. Eduardo obtuvo la custodia total de Valeria. Mateo asimiló esa información en silencio.
De pronto, muchas cosas cobraron sentido. El cuarto vacío en la casa de Eduardo, su dedicación extrema hacia su hija, la manera cariñosa pero melancólica en que Mariana trataba a Valeria. Mateo, continuó doña Guadalupe, quiero que sepas que estoy muy agradecida por lo que estás haciendo por mi nieta. He estado siguiendo sus progresos y sé que son resultado de tu trabajo. Solo quiero ayudarla a caminar, doña Guadalupe. Y lo estás logrando, mi querido, más que logrando. En ese momento, Eduardo llegó al hospital y se sorprendió al ver a su suegra platicando con Mateo.
Guadalupe, no sabía que vendrías hoy. Vine a conocer a este chico especial que está ayudando a nuestra Valeria. Eduardo notó la expresión pensativa de Mateo y se dio cuenta de que la abuela le había contado sobre Sofía. Mateo, ¿podemos hablar? Los dos se apartaron hacia un rincón más privado. ¿Te enteraste de lo de Sofía, verdad? Mateo asintió con la cabeza. ¿Por qué no me lo dijo? Eduardo suspiró. Porque es una parte dolorosa de nuestra vida. Sofía no pudo aceptar que Valeria nació con limitaciones.
Veía a la niña como un fracaso, una vergüenza. Cuando Valeria cumplió 6 meses y los médicos confirmaron que tendría problemas de desarrollo, Sofía simplemente dijo que no podía lidiar con eso y se fue. Debió ser muy difícil. Lo fue. Pero después conocí a Mariana, que ama a Valeria como si fuera su propia hija. Y ahora llegaste tú a nuestras vidas. Tal vez Sofía se fue porque ustedes dos necesitaban llegar. Mateo sonrió por primera vez en esa mañana.
Me cae bien, Mariana, es cariñosa conmigo y te ama como a un hijo, Mateo. Los dos te amamos. La conversación fue interrumpida por la llegada del Dr. Alejandro acompañado del Dr. Roberto. Eduardo, necesito hablar contigo ahora, dijo el doctor Alejandro sec, Mateo, ve a empezar la sesión con Valeria. Yo resolveré esto, dijo Eduardo. Mateo entró a la sala donde Valeria lo esperaba. La niña siempre se ponía inquieta y feliz cuando lo veía. Ese día parecía especialmente receptiva.
“Hola, princesa”, dijo Mateo acercándose a la silla. “Hoy intentaremos algo nuevo.” Comenzó la rutina habitual de masajes y canciones, pero esta vez posicionó a Valeria de forma diferente, sentándola al borde de una camilla baja con los pies tocando el suelo. “Vamos a intentar sentir el piso, Valeria. Fingiremos que pisamos la arena de la playa.” Mateo tomó las manos de la niña y comenzó a hacer movimientos de subir y bajar como si ella estuviera saltando. Para su sorpresa, Valeria empezó a hacer fuerza con sus piernitas, como si realmente intentara saltar.
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