Unos días después, durante un homenaje público en Los Ángeles, declaró: “Te amo, Diana. Sigue brillando, siempre serás la verdadera princesa del pueblo”.
Dos almas sensibles unidas por su humanidad.
Más allá de la música y la fama, lo que realmente las unió fue una sensibilidad compartida, un deseo compartido de ayudar a los demás a pesar de sus propias dificultades.
Diana y Michael Jackson dejaron una huella imborrable en su época. Y aunque su estrecho vínculo solo se reveló brevemente ante las cámaras, su conexión perduró, discreta pero fuerte, alimentada por el respeto y una profunda comprensión de las realidades del otro.
Como una estrella fugaz, su amistad fue breve, pero brilló con una intensidad inolvidable.