Hombre echa a patadas a una mujer embarazada – Historia del día

Su sincera súplica quebró mi determinación cuando un dolor repentino me apretó el abdomen. “Necesitas un lugar seguro. Vámonos”, insistió Dave.

A regañadientes, accedí, guiada más por la necesidad que por la elección, y condujimos a través de la ventisca hasta su acogedora y desordenada casa. Era un ambiente tan distinto del que había conocido con Miles, lleno de calidez y encanto desordenado.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

“Gracias”, murmuré, agradecida pero abrumada.

Mientras me instalaba, Dave tanteaba la hospitalidad, ofreciéndome comida e insistiendo en mi comodidad. La cena fue sencilla pero nutritiva, y me aportó una apariencia de paz. Pero cuando Dave me dijo que iba a dormir en el sofá, tuve que protestar.

“No soy una carga, Dave. Deberías estar a gusto en tu propia casa”, negué con la cabeza.

“Está bien, Annabelle. Descansa ahora. Mañana lo solucionaremos todo”.

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