Paso 1: Marinado en leche
- Corta el hígado en trozos medianos y colócalos en un recipiente hondo. Cubre el hígado con suficiente leche hasta que quede completamente sumergido.
- Deja reposar esta mezcla en el frigorífico durante al menos 1 hora, o incluso toda la noche si es posible. La marinada de leche ayudará a suavizar el sabor y la textura del hígado.
Paso 2: Preparar los ingredientes
- Pelar y cortar la cebolla en rodajas finas.
- Picar los dientes de ajo en trozos pequeños.
Paso 3: cocina el hígado
- Una vez transcurrido el tiempo de marinado, retiramos el hígado de la leche y lo secamos con papel absorbente para eliminar el exceso de líquido.
- En una sartén grande, calienta la cucharada de aceite a fuego medio. Agregue los trozos de hígado y cocine durante unos 3 minutos por cada lado o hasta que estén dorados y bien cocidos. No es necesario cocinarlo demasiado porque el hígado tiende a endurecerse si se cocina demasiado.
Paso 4: Cebolla caramelizada
- En la misma sartén en la que cocinaste el hígado, añade otro chorrito de aceite si es necesario y sofríe las rodajas de cebolla a fuego medio-bajo durante unos 10 minutos, removiendo de vez en cuando. Queremos que la cebolla se caramelice y adquiera un color dorado.
- Agrega los dientes de ajo picados a la cebolla caramelizada y continúa cocinando por otros 2 minutos para permitir que los sabores se mezclen.
Paso 5: toque final
- Desmenuza la pastilla de caldo sobre la mezcla de cebolla y ajo, mezclando bien para mezclar los sabores.
- Por último, añade los trozos de hígado a la sartén con la cebolla caramelizada y mezcla todo suavemente.
- Déjalo cocinar por otros 2 minutos más o menos para que los sabores se mezclen perfectamente.
Sirve el hígado con cebolla a la mexicana acompañado de arroz, tortillas o una ensalada fresca. ¡Y listo! Estás a punto de vivir una experiencia culinaria que cambiará tu percepción del hígado.
Con el truco de la leche conseguimos un hígado tierno y jugoso sin rastro de amargor, mientras que la cebolla caramelizada y el ajo le dan un toque de refinamiento.
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¿Cómo elegir hígado fresco?
Elegir hígado fresco y de buena calidad es fundamental para asegurar el éxito de cualquier receta que lo contenga. A continuación se ofrecen algunos consejos prácticos para elegir el mejor hígado fresco:
- Compra en lugares de confianza: Acude a mercados de confianza, carnicerías establecidas o supermercados con buena reputación. Estos lugares suelen ofrecer productos de calidad y frescura superior.
- Observe el color: el hígado fresco debe ser de color rojo oscuro o marrón brillante, sin verde, gris ni decoloración. Un hígado fresco y sano tendrá una apariencia vibrante y uniforme.
- Estructura y consistencia: la superficie del hígado debe ser lisa y compacta, sin partes blandas ni viscosas. Asegúrese de que no haya áreas abolladas ni signos de descomposición.
- Olor: el hígado fresco tiene un aroma delicado y agradable, similar al de otras carnes rojas. Evite aquellos que tengan un olor fuerte y desagradable, ya que esto puede ser un signo de deterioro.
- Origen y calidad de la carne: Si es posible, pregunta al vendedor sobre el origen de la carne y si proviene de granjas o criaderos de confianza. Opte por productos de calidad, preferiblemente procedentes de animales criados en condiciones adecuadas.
- Elige el tipo de hígado que deseas: puedes encontrar hígado de diferentes animales, como ternera, pollo, cordero o cerdo. Cada tipo tiene su sabor característico, así que elige el que mejor se adapte a tus preferencias o a la receta que quieras preparar.