Mezclar los ingredientes: En un tazón grande, combina la crema de leche, la leche entera, el azúcar y una pizca de sal. Bate bien con un batidor de mano o un tenedor hasta que el azúcar esté completamente disuelto.
Añadir la vainilla: Incorpora el extracto de vainilla y mezcla de nuevo para integrar todos los ingredientes.
Enfriar la mezcla: Vierte la mezcla en un recipiente apto para congelador, preferiblemente de metal o vidrio, y cúbrelo con una tapa o papel film.
Congelar y remover: Coloca el recipiente en el congelador y déjalo durante aproximadamente 30 minutos. Pasado este tiempo, retira el recipiente y mezcla bien con un tenedor o un batidor de mano para romper los cristales de hielo que se formen. Repite este paso cada 30-45 minutos durante 3-4 horas.
Agregar los ingredientes opcionales: Si deseas añadir frutas, chispas de chocolate o nueces, incorpóralos en la última mezcla antes de que el helado esté completamente congelado.
Servir: Una vez que el helado tenga la textura cremosa deseada, estará listo para servir. Decora con tus toppings favoritos y disfruta.
Consejos:
Textura más suave: Cuanto más consistentemente remuevas la mezcla en las primeras etapas de congelación, más suave y cremoso será el helado.
Variaciones de sabor: Puedes cambiar la vainilla por extracto de almendra, menta o añadir un poco de cacao en polvo para un toque de chocolate.
