Precalienta el horno: Configura tu horno a 180°C y engrasa un molde para pastel o cúbrelo con papel para hornear.
Mezcla los ingredientes secos: En un tazón, tamiza la harina junto con el polvo para hornear. Esto ayuda a obtener una textura más ligera.
Cremar la mantequilla y el azúcar: En otro tazón, bate la mantequilla blanda y el azúcar en polvo hasta obtener una mezcla suave y esponjosa. Este paso es clave para lograr la textura adecuada.
Añade los huevos: Incorpora los huevos uno a uno, batiendo bien después de cada adición. Esto asegura que la mezcla no se corte.
Incorpora la vainilla: Agrega la esencia de vainilla y mezcla hasta que esté bien integrada.
Une todo: Añade poco a poco los ingredientes secos a la mezcla húmeda. Hazlo en varias tandas, mezclando suavemente para no perder el aire incorporado.
Vierte en el molde: Llena el molde con la mezcla y alisa la superficie con una espátula.
Hornea: Coloca el pastel en el horno y hornea durante 40-45 minutos o hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio.
Deja enfriar: Retira el pastel del horno y déjalo enfriar en el molde durante 10 minutos antes de desmoldarlo y dejarlo enfriar completamente sobre una rejilla.
Consejos
Usa ingredientes a temperatura ambiente: Esto asegura una mezcla homogénea y un horneado uniforme.
Experimenta con sabores: Si quieres darle un giro, agrega ralladura de limón o naranja para un toque cítrico.
Acompaña con algo especial: Sirve este pastel con una bola de helado de vainilla o un poco de crema batida para un toque extra indulgente.