El divorcio reveló la verdad, destruyendo las máscaras

El martillo golpeó la madera.

Arvind permaneció en silencio, agradeció al juez y caminó hacia la salida.
No se regodeaba. Simplemente sentía alivio.
Libertad.

Y Radhika permaneció sentada allí, asombrada, humillada, privada de todo lo que había esperado.

Al salir de la sala, Arvind sintió que el aire fresco le despejaba el aliento.
Respiró hondo, la primera vez en meses.
Sin pesadez ni dolor.
Solo una liberación tranquila y serena.

No hay nada que no pueda hacer con el agua.

Detrás de él oyó pasos rápidos y una voz temblorosa:

-Arvind ... ¡espera!

Se dio la vuelta.
Radhika lo había alcanzado; ya no era arrogante, ya no ocultaba su confianza.
Su rostro reflejaba cansancio, miedo... casi desconocido.

"Arvind... por favor...", susurró. "Hablemos. De alguna manera... podemos llegar a un acuerdo."

Él la miró con calma:

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