El divorcio reveló la verdad, destruyendo las máscaras

"Si no tuviera dinero, no me habría quedado ni un minuto con ese moreno. Me da asco...",
susurró, y sus amigas estallaron en carcajadas.

Después de todo, Arvind empezó a sospechar que había encontrado a otro hombre.
Las llamadas extrañas, los regresos a casa cada vez más tarde, las excusas ridículas... todo hablaba por sí solo.

Y aun así, intentó salvar el matrimonio porque se tomaba sus votos en serio.
Pero una noche, vio a Radhika con otro hombre.
Fue como si una tormenta se desatara en su interior.
El dolor era ensordecedor... pero con él llegó el alivio: finalmente comprendió que su matrimonio se había mantenido unido solo gracias a su dinero.

Unas semanas después, llegó el día del divorcio.
Se sentaron uno frente al otro en una sala abarrotada.

Arvind firmó los documentos en silencio.
Radhika sonrió con suficiencia y declaró en voz alta, especialmente para que todos lo oyeran:

—¡Por fin me deshice de ti! Nunca debí haberme casado con alguien como tú. Nunca fuiste mi igual. ¿De verdad creías que una mujer podría amarte de verdad? Solo estaba contigo por dinero. ¡Qué criatura tan patética!

Arvind no pronunció palabra alguna, aunque cada insulto que ella profería le dolía profundamente.

El juez miró a Radhika severamente, como advirtiéndole: una palabra más y habría consecuencias.

Pero Radhika no se detuvo.
Estalló en carcajadas, señaló a Arvind con el dedo y gritó:

—¿Qué pasa, Arvind? ¿Creías que alguien aquí te defendería? ¿Qué pasa?

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