Desperté con el bebé de una desconocida en brazos y una nota en su mano; no me di cuenta de que no me habían elegido por casualidad.

Solo con fines ilustrativos

Esa noche, en nuestra casa demasiado silenciosa, con Andrea dormida en una cuna comprada a toda prisa, finalmente me derrumbé.

¿Sabes lo que se siente? Todos preguntándose por qué no pude darte un hijo. Las miradas de lástima. Las sugerencias de “relájate y ya verás”. Y todo este tiempo mientras tú…

Joshua intentó tocarme, pero retrocedí. “No. Simplemente… no lo hagas.”

“Sé que me equivoqué, Grace. Pero por favor, ¿podemos intentar solucionarlo? ¿Por el bien de Andrea?”

Miré a la bebé dormida. A pesar de todo, mi corazón se llenó de amor por ella. Era inocente en medio de todo esto.

“No sé cómo perdonarte”, admití.

—No sé cómo perdonarme a mí mismo —respondió.

Los días se convirtieron en semanas. Empezamos la terapia, intentando reconstruir lo que se había roto. Algunos días fueron más difíciles que otros.

Mi hermana pensaba que estaba loca por quedarme. «¡Te engañó, Grace! ¡Pide el divorcio!»

Pero cada noche, al abrazar a Andrea y ver cómo su pequeño pecho subía y bajaba, supe que no era tan sencillo. El amor rara vez lo es.

—No sé si podré volver a confiar en ti alguna vez —le dije a Joshua una noche mientras estábamos sentados en extremos opuestos del sofá.

Asintió con la cabeza, con los ojos brillantes. —Lo entiendo. Pero no me doy por vencido con nosotros.

Han pasado meses desde la tormentosa revelación de la infidelidad de mi esposo y el bebé que nació de ella. Mientras arrullo a Andrea cada noche, me doy cuenta de que la vida no siempre sigue el camino que imaginamos. A veces da giros inesperados, trayéndonos regalos envueltos en desafíos.

Sí, Joshua me traicionó, y ese dolor no desaparecerá de la noche a la mañana. Pero al mirar a esta preciosa niña en mis brazos, sé que no puedo abandonarla. Ni a ella, y tal vez tampoco a nosotros.

La sanación lleva tiempo. La confianza necesita reconstruirse, poco a poco. Pero al sentir los deditos de Andrea aferrarse a los míos, percibo un destello de esperanza. Quizás esta no sea la familia que habíamos planeado, pero ahora es la nuestra. Y tal vez, solo tal vez, podamos encontrar el camino hacia una nueva felicidad… un día a la vez.

Leave a Comment