“Hora de conocer a los tiburones”, susurró mi nuera antes de empujarme al mar. Mi hijo observó con una sonrisa cómo el océano me tragaba. ¿Cuál era su objetivo? Robarme mi fortuna de diez millones de dólares. Pero cuando regresaron triunfantes a la naturaleza,
“Saluda a los tiburones”, susurró mi nuera, empujándome fuera del yate. El Atlántico me engulló por completo. Vi cómo se desvanecía el cielo azul, los restos, el agua sofocante. Luchando por salir, tosiendo y jadeando, los vi por última vez: mi hijo Michael y su organización, Evelyn, apoyados tranquilamente en la barandilla, con sus … Read more