Aprendí esto de un amigo y desde entonces los hago para fiestas en el barrio. ¡Siempre son un éxito!

1. Calienta una sartén grande y cocina la carne molida de cerdo hasta que ya no esté rosada. Asegúrate de deshacer los grumos grandes, ya que no estamos haciendo albóndigas.
2. Agrega el ajo picado, las zanahorias, el repollo y las cebollas verdes y deja que todo se cocine junto durante unos 5 minutos, hasta que las verduras estén tiernas pero aún tengan algo de chispa.
3. Agrega la salsa de soja, el aceite de sésamo y la pimienta negra a la mezcla y revuelve bien. Luego, retira del fuego y deja que el relleno se enfríe un poco antes de manipularlo. La paciencia es una virtud, querida.
4. Separa con cuidado los envoltorios de lumpia. Colócalos planos como un diamante y coloca unas 2 cucharadas de relleno cerca de la esquina inferior. Enróllalos con cuidado justo sobre el relleno, dobla los lados hacia adentro como un insecto y sigue enrollándolos apretados como un tambor. Humedece la esquina superior con agua para sellarlo bien.
5. En una olla pesada o freidora, calienta el aceite vegetal a 350 °F (asegúrate de tener suficiente para sumergir los rollitos).
6. Fríe los Lumpia en tandas hasta que estén dorados y crujientes, lo que debería llevar unos 3 o 4 minutos. No llenes la olla en exceso ahora; dales espacio para que respiren.
7. Déjalos escurrir sobre toallas de papel y luego sírvelos calientes con la salsa para mojar que prefieras.
Variaciones y consejos:
– Si el cerdo no es lo tuyo o si estás sirviendo a personas con gustos diferentes, puedes sustituirlo por pollo molido, pavo o incluso hacer una versión puramente vegetariana con tofu.
– Agrega un toque de camarones para darle un toque de mariscos que seguramente impresionará.
– Cuéntanos, asegúrate de que los envoltorios de Lumpia permanezcan cubiertos con un paño húmedo mientras trabajas; se secan más rápido que los chismes que se difunden en un pueblo pequeño.
– Puedes preparar estas delicias con anticipación y congelarlas antes de freírlas. Simplemente colóquelos en una sola capa sobre una bandeja para hornear para congelarlos por completo y luego transfiéralos a una bolsa para congelador. Pueden ir directamente del congelador a la freidora para cuando lleguen invitados.

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