Me sentí destrozada después del parto… hasta que mi esposo me susurró estas palabras.

Nadie te prepara para la vulnerabilidad que sientes después de dar a luz.

Pensaba que lo más difícil sería el parto, pero lo que vino después fue lo que realmente me puso a prueba. Me sentía débil, con las emociones a flor de piel, e incluso las tareas más sencillas me parecían imposibles.

Solo con fines ilustrativos

Una noche, cuando el cansancio y el dolor me habían vencido por completo, mi esposo me ayudó en silencio a ir al baño. Ni siquiera podía volver a la cama sola. Sin dudarlo, me levantó con delicadeza, me subió el pañal y me arropó. Recuerdo que entre lágrimas le pedí disculpas, humillada y destrozada, pero él solo sonrió y me dijo suavemente: «Esta es una de las razones por las que te amo aún más».

Esa simple frase lo cambió todo para mí.

En lugar de lástima, sus ojos reflejaban orgullo, pura admiración por lo que mi cuerpo había soportado para traer a nuestro hijo al mundo. Apartó mi cabello de mi rostro y susurró: «Nos diste a nuestro hijo. Cuidarte ahora es lo menos que puedo hacer».

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