Hay momentos cotidianos que, sin previo aviso, pueden transformarnos profundamente. Una conversación, un gesto, una mirada… Y de repente, todo adquiere una nueva dimensión. Esto es lo que le sucedió a Brandalyn Mae Porter, una enfermera dedicada al cuidado de los ancianos. Aquel día, simplemente tenía la intención de pintarse las uñas. Pero este pequeño ritual de belleza se convertiría en una profunda lección de humanidad.
Palabras sencillas, pero cargadas de significado.

Brandalyn colocó sus coloridos frascos sobre la mesa, deseosa de mimar un poco a la nueva residente. Como de costumbre, la invitó a elegir el color de su esmalte de uñas. Pero la respuesta fue inesperada:
«Un esmalte transparente, por favor».